Hornea Tu Proceso
Un proceso se compone de etapas o fases sucesivas a las que se somete una cosa para ser elaborada o transformada. En nuestra vida somos sometidos a procesos con la finalidad de ser transformados. Pero, para lograr esa transformación debemos pasar por ciertas etapas. Es como cuando decidimos confeccionar un bizcocho (pastel). Para poder ver nuestro resultado final, tenemos que realizar un proceso de preparación. Tenemos que revisar paso a paso el procedimiento de realización:
1. Revisar los ingredientes: Debemos revisar que necesitamos para poder confeccionar nuestro bizcocho. Es el momento que tenemos para abrir nuestra alacena, ver si contamos con todo lo que necesitamos y si necesitamos ir a comprar alguno. En nuestra vida, debemos revisar que ingredientes tenemos o de cuales carecemos para poder enfrentar nuestras situaciones. Es la oportunidad que tenemos para poder realizar o conseguir lo que anhelamos. Muchas veces tenemos en nuestra alacena de vida los ingredientes necesarios para lanzarnos en la aventura de un nuevo proyecto. Pero, no es hasta que revisamos con que contamos que nos damos cuenta de que tenemos todo el potencial de realizar una gran creación, y de que cosas carecemos para poder culminar la misma. Si revisas tu lista y careces de algún ingrediente no te preocupes tienes la oportunidad de conseguirlo. Justamente, para eso es el procedimiento.
2. Hacer la mezcla: Esta es la fase de unir cada uno de los ingredientes. Es una de las más importante, porque si no se combinan adecuadamente cada uno de los ingredientes se podrá alterar el sabor, la firmeza, el tamaño y desarrollo de tu bizcocho. En nuestro proceso, esta es la fase del crecimiento. Es donde mezclamos nuestras emociones, capacidades, fuerzas, empeño y aprendizaje, para desarrollar el nivel de madurez y crecimiento que necesitamos para alcanzar nuestra meta.
3. Hornear: Aquí se supone que depositemos en el molde la mezcla realizada y la pongamos a hornear. Pero, este paso requiere que coloquemos la temperatura adecuada para que nuestro bizcocho se cocine adecuadamente y no tengamos un desastre al final. Es la fase de la resistencia. Donde pese a que la situación se ponga fuerte, algo o alguien ejerza fuerza y presión, resistimos y sobrellevamos las mismas. Sobrellevar viene de las palabras en latin “sup” (sobre) y “portare” (llevar) que significan soportar. Es la fase de soportar las altas temperaturas, de no dejarnos vencer por el proceso conscientes de que al final veremos el resultado.
4. Esperar se Cocine: Aquí es donde debemos esperar el tiempo establecido para que nuestro bizcocho se hornee de forma adecuada. Esta fase desarrolla en nosotros la paciencia. La paciencia es la capacidad de tolerar las situaciones con fortaleza. Es esperar sin desesperarnos a que se cumpla el tiempo necesario para obtener el resultado. La paciencia es la tranquilidad que desarrollamos mientras esperamos con la esperanza y la fe de que algo sucederá. Este proceso es importante y uno de los más difíciles, porque es donde estamos ansiosos por disfrutar de eso que deseamos, pero que aún no está listo. Muchas veces, creemos que estamos lo suficientemente listos para recibir eso que anhelamos y nos lanzamos a abrir y cerrar el horno constantemente con la esperanza de que pueda estar listo; pero lo único que nos lleva es a demorar más el proceso y hasta estropearlo. El ser paciente mientras esperamos desarrolla en nosotros la capacidad de soportar la tentación, de ser tolerantes, de confiar y de creer.
5. Reposar: Llegamos a la fase donde nuestro bizcocho resistió la alta temperatura y aparenta estar listo. Pero, el que se observe listo no quiere decir que podamos comerlo inmediatamente. Debemos ponerlo a reposar durante un tiempo determinado, esperar que obtenga la temperatura adecuada para decorarlo y comerlo. Adelantarnos a comerlo acabado de hornear tiene sus consecuencias (créanme que algunas no muy agradables) y no se puede disfrutar del mismo. Además, de que nuestro bizcocho necesita reposar para evitar que se rompa al sacarlo del molde, conserve su textura y no se estropee la decoración. Aquí llegamos a la fase de permanecer en medio del proceso confiados de que será solo por un tiempo determinado con la finalidad de que desarrolle en nosotros un carácter firme para sobrellevar cualquier situación y no estropear nuestros sueños.
6. Decorar: Es la parte divertida de nuestro proceso, pero no por eso debe descuidarse. La decoración es lo que le da el atractivo y ese sentido apetitoso al bizcocho. La decoración es un arte que va a requerir de creatividad. Es la fase donde usamos nuestra capacidad de crear, inventar y jugar con nuestra imaginación para aportar y plasmar ideas que nos permitan salir de las zonas de confort y demostrar lo atractivo que podemos ser como personas.
7. Culminación: Es la fase donde vemos el resultado final, nuestro bizcocho está listo. En este paso, reconocemos que la experiencia de haber realizado el proceso le da un valor incalculable a nuestra vida. La experiencia es el aprendizaje obtenido durante el proceso, el cual nos lleva a desarrollar la confianza y seguridad de que tenemos la capacidad de enfrentar y vencer cualquier proceso que la vida nos presente. La experiencia nos lleva a disfrutar y celebrar el triunfo de haberlo logrado. Es la culminación del tiempo determinado para poder disfrutar de eso que tanto anhelabas.
Los procesos pueden ser complejos, pero llegan a nuestra vida con la finalidad de transformarnos. Lo más maravilloso es que tienen tiempo de culminación, no son eternos. El haberlo culminado te permite disfrutar y saborear el resultado. Así que no te desanimes si estas viviendo un proceso y decide hornearlo, porque el mismo tiene una fecha de expiración. Al final, podrás sentarte a disfrutar del resultado y darte cuenta de que el proceso de preparación fue algo temporero que depositó en ti oportunidades, crecimiento, resistencia, paciencia, perseverancia, creatividad y experiencia.