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¡Basta! La Dignidad NO Tiene Precio

La dignidad se refiera al valor inherente del ser humano, simplemente por serlo. La dignidad no se trata de una cualidad otorgada a una persona, sino a algo esencial del ser humano. No depende de ningún tipo de conocimiento, ni de sexo, ni de género, ni de raza, ni de cualquier otra clasificación social.

La dignidad se basa en el reconocer que cada persona se merece un respeto sin importar como seamos. La dignidad es otorgada automáticamente a cada individuo, así que, no es otorgada o seleccionada por nadie. La dignidad no depende del reconocimiento externo sino del reconocer que somos merecedores de respeto.

Como ser humano y profesional de la conducta humana, me preocupa como nuestra sociedad a llegado a un estado donde este valor inherente que tenemos por el simple hecho de ser humano se ha pisoteado. No puedo comprender en que momento ciertas personas se han otorgado el derecho de controlar, marginar, señalar, destruir e ignorar la dignidad de una persona. ¿A cuenta de qué? ¿De obtener poder, fama o creerse Dios para juzgar o señalar? Y no solo me refiero a las circunstancias sociales que vemos en la prensa. El simple hecho de ignorar a una persona, no escucharla, no preocuparse por sus necesidades, imponer lo que pensamos o creemos, alzar nuestro tono de voz, juzgar, criticar, hablar de esa persona entre otras, son formas de atacar en contra de su dignidad. Hacemos revuelo cuando algún famoso lanza una canción humillante, cuando vemos una noticia de violencia de género y/o asesinato, cuando escuchamos sobre el bullying, cuando se abandona a algún anciano y sí, la realidad es que tenemos que alarmarnos ante todas estas cosas que pasan en nuestra sociedad.

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Pero, ¿Te has evaluado? ¿Qué pensarías si te digo que quizás también has ido en contra de la dignidad de alguien? Creo que debo informarte que lo más probable lo has hecho. Cuando le gritas a una persona, atentas contra su dignidad. Cuando ignoras a alguien, atentas contra su dignidad. Cuando hablas mal de una persona, atentas contra su dignidad. Cuando le levantas la mano a una persona, atentas en contra de su dignidad. Cuando juzgas a una persona, atentas contra su dignidad. Cuando apoyas a quienes denigran a la mujer, comunidades desventajadas y minorías, atentas contra su dignidad. Cuando permites que humillen a alguien y no haces nada, atentas contra su dignidad. Cuando un deambulante se te acerca y lo ignoras, atentas contra su dignidad. Cuando te quedas callado ante lo incorrecto, atentas contra la dignidad. Cuando intentas ejercer control o poder sobre alguien, atentas contra su dignidad. Cuando impones tus pensamientos a alguien, atentas contra su dignidad. Cuando le mientes a alguien, atentas contra su dignidad. Pudiera hacer una lista interminable sobre las múltiples formas que podemos atentar contra la dignidad de una persona.

La dignidad se basa en el reconocimiento de que la persona es merecedora de un respeto. El respeto es uno de los valores morales más importante que una persona puede tener. Se trata de no discriminar ni ofender a una persona por su forma de vida y sus decisiones, siempre y cuando estas no causen ningún daño ni afecten a la persona u otros. El respeto es ser tolerante con quien no piensa igual que tú y con quien es diferente a ti.

Es tiempo de que evaluemos nuestras acciones y velemos por la dignidad de las personas. Me niego a tener que vivir en medio de una sociedad enferma. Nos es fácil hablar (por no decir criticar) de como nuestra sociedad va decayendo. Pero, ¿Qué estamos haciendo para rescatar a nuestra sociedad? No tenemos que esperar a que las personas del gobierno, las iglesias, las escuelas o los medios de comunicaciones ejecuten. El respeto a la dignidad de una persona es responsabilidad de todos. ¿Queremos que nuestra sociedad sane? Estoy poniendo en tus manos uno de los antídotos básicos para atacar la epidemia que está arropando a nuestra sociedad: el respeto a la dignidad del ser humano. La biblia en Juan 15:17 dice: “Esto os mando: Que os améis los unos a los otros”. El respeto a la dignidad humana viene del concepto más básico y de unos de los mandamientos: el amor.

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El respeto a la dignidad humana es el resultado de una vida de amor, de misericordia, de fe y de un buen equilibrio emocional. ¡Comienza a inyectarte el antídoto! Si cada uno de nosotros decidimos inyectarnos, veremos como nuestra sociedad va restableciéndose del estado comatoso en que se encuentra. No esperes a que otros lo hagan, toma la iniciativa de inyectarte e inyectar a otros.

Recuerda que tu dignidad y la de las demás personas es invaluable, no tiene precio, no se pierde y mucho menos se regala. Así que, te invito a que te unas a mi llamado para concientizar sobre que la dignidad de un ser humano no tiene precio.  ¿Qué tienes que hacer? Respetar la Dignidad del Ser Humano y ayudarme a comunicar este mensaje: ¡Basta! La Dignidad No Tiene Precio.

¿Asumes el Reto?

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